Murió el 3 de marzo de 1857. Había nacido en 1777 en Foxford, Irlanda, cuando su patria era un dominio inglés. El destino lo convirtió en marino a temprana edad.

En 1809 recaló en Buenos Aires, donde se instaló junto a su flamante esposa, Elizabeth Chitty, para dedicarse al comercio. La pareja tendría varios hijos, Elisa la mayor, nacida en 1810. Vivió de cerca los acontecimientos de la revolución porteña de ese año, aunque no participó. Recién en 1814, el gobierno, consciente de su profesionalidad como marino, lo convocó para que desempeñara una función que aceptó de buen grado: comandar una escuadra de la que se carecía. Esa carencia había sido suplida momentáneamente por Hipólito Bouchard y José Bautista Azopardo quienes tuvieron a su cargo contrarrestar los ataques y bombardeos de la poderosa flotilla española.
El enemigo operaba desde Montevideo, apostadero naval de las fuerzas realistas que asolaban el Río de la Plata. Aquel año, la capital de la Banda Oriental estaba sitiada por fuerzas terrestres enviadas desde Buenos Aires. La modesta escuadra dirigida por Brown con el grado de coronel entró en acción bloqueando el puerto oriental, hasta que el 17 de mayo de 1814, a bordo de la legendaria fragata “Hércules”, logró que la flota española se retirara, un hecho que precipitó la caída de Montevideo. José de San Martín aplaudió la victoria, afirmando que aquello había sido “lo más importante hecho por la revolución americana hasta el momento”. Entre 1815 y 1816, Brown llevó la guerra de corso a las costas del Pacífico, en línea con los requerimientos del plan sanmartiniano.
Ese primer momento al servicio de su patria de adopción no terminó del todo bien e incluso en 1818, a su regreso de Inglaterra donde residió momentáneamente, estuvo en prisión, acusado de insubordinación por haber desobedecido una orden del Directorio. Sin embargo, las autoridades no tardaron en devolverle sus fueros y uniforme, aunque sus servicios fueron nuevamente requeridos en 1826, cuando se entró en guerra con el Imperio del Brasil. En la emergencia, se necesitaba contar nuevamente con una escuadra para romper el bloqueo impuesto al puerto de Buenos Aires por la poderosa flota imperial. Brown volvió a aceptar el cometido de buen grado y dejó sus actividades comerciales de lado para dirigir las acciones navales. Su desempeño de fue nuevamente descollante, obteniendo decisivas victorias resonantes como Los Pozos, en junio de aquel año. La flotilla de Brown fue atacada en el fondeadero aludido, a la vista de Buenos Aires, donde una oportuna bajante del río impidió que la flota enemiga impusiera su amplia superioridad y, en cambio, debió retirarse bajo un intenso cañoneo. La recepción tributada en Buenos Aires a Brown y sus marinos fue apoteótica. Pese a la pérdida de la nave capitana, el almirante llevó a cabo un crucero de corso por la costa brasileña que llegó Río de Janeiro, regresando en diciembre con 15 buques mercantes capturados en la audaz travesía en aguas cariocas.
La victoria más resonante llegó en febrero de 1827, en Juncal, frente a la isla del mismo nombre en la desembocadura del Paraná Guazú. La flota estaba compuesta por 15 buques, entre ellos la Goleta “Sarandí”, la nave insignia al mando directo de Brown, y la Goleta Maldonado, al mando del joven Francisco Drummond, prometido de la hija del almirante. A lo largo de los dos días que duró el intenso combate, la nave capitana imperial fue tomada al abordaje y tres barcos se rindieron, mientras el resto remontaba el río aguas arriba. Se capturaron doce naves imperiales y, lo más importante, en adelante la isla de Martín García se convirtió en refugio seguro, a la vez que quedaba expedita la navegación de los ríos interiores y garantizado el abastecimiento del ejército apostado en el litoral. Tras la derrota de Monte Santiago, en abril de ese año, las acciones navales se redujeron a actividades de corso.
Una circunstancia que no puede obviarse en la vida del almirante es la tragedia de su hija mayor, Elisa, de tan solo 17 años, quien habría decidido abandonar este mundo luego de que su promedio, Francisco Drummond, falleciera en el combate de Monte Santiago, en abril de 1827. Pocos meses después, Elisa, desconsolada, se dejó llevar por las aguas del Río de la Plata, quizás al encuentro de su amado.
Ascendido a almirante, en 1828, culminada la guerra, se plegó a la revolución de Juan Lavalle que derrocó a Manuel Dorrego y durante la ausencia de aquel cumplió las funciones de Gobernador Delegado. Luego de la caída de Lavalle retomó sus actividades, alejado de la política, por entonces envuelta en el ardoroso conflicto entre unitarios y federales.
Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, lo convocó en 1840 para una nueva misión: contrarrestar las acciones de la escuadra anglo francesa que desde Montevideo, en alianza con el presidente del Uruguay Fructuoso Rivera, volvió a complicar la navegación y el acceso al puerto de Buenos Aires. Volvieron los combates navales y Brown reverdeció sus lauros.
Retirado de actividades oficiales, vivió con su familia en la residencia de Barracas, donde falleció el 3 de marzo de 1857. Fue sepultado en el cementerio de la Recoleta. El 17 de mayo se conmemora el Día de la Armada Argentina en homenaje al triunfo del Buceo obtenido ese día en 1814.
Comments