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Tres intendentes para recordar

Desde que en el año 1857 se creó la Municipalidad de Córdoba, la ciudad tuvo muchos intendentes y, algunos, muy buenos. Los nombres de la mayoría de ellos han caído en el olvido, tanto que los cordobeses contemporáneos difícilmente puedan recordar aunque más no fuere a unos pocos.

Lo que sigue es una breve reseña de tres de esos hombres, pertenecientes a su vez a las tres grandes fuerzas políticas que se alternaron en el poder durante el siglo pasado, y que dejaron su huella en la construcción de la Córdoba moderna.

Emilio Felipe Olmos Nació en Río Cuarto, en 1884. Se recibió de ingeniero en la Universidad Nacional de Córdoba en 1912. Miembro del Partido Demócrata desde la primera hora, militó junto a hombres de la talla de Ramón J. Cárcano, Rafael Núñez y Gerónimo del Barco, entre otros.

Ejerció su profesión hasta 1925, año en que venció en las elecciones municipales a Enrique Martínez, de la UCR. Asumió el 19 de diciembre, con 41 años cumplidos, cuando transcurrían siete meses del segundo mandato de Cárcano.

Le tocó gobernar una Córdoba que recién se asomaba a la modernidad. Entre sus obras se recuerda el ensanchamiento de la avenida Colón – 24 de Septiembre, desde avenida General Paz hasta las vías del ferrocarril Central Argentino, cambiando la fisonomía de esa tradicional arteria de la ciudad. Inauguró los mercados de Alta Córdoba y San Vicente y, en el área central, el mercado Norte. Durante su gestión se extendieron las líneas de transporte público existentes y se urbanizaron distintos barrios. Entretanto, el gobierno provincial inauguraba el Gimnasio del Parque Sarmiento, habilitaba dispensarios antiluéticos en la Capital y comenzaba las obras del nuevo Palacio de Justicia. En palabras de don Efrain U. Bischoff, aquella fue una intendencia “ejemplar y progresista”.

En 1928, concluido su mandato, fue reelecto, pero su partido cayó derrotado en el orden provincial lo que le trajo no pocos dolores de cabeza. Ocupó la poltrona mayor de la ciudad hasta el 3 de mayo de 1929, fecha en que renunció para dedicarse de lleno a la actividad partidaria delegando el mando en el presidente del Concejo Deliberante, Telésforo B. Ubios, hasta que, meses más tarde, la comuna fue intervenida.

En los comicios de 1931, con los radicales autoexcluidos de la contienda, Emilio F. Olmos, acompañado por Pedro J. Frías, resultó electo gobernador por amplio margen; a raíz del mal incurable que lo aquejaba ejerció el cargo apenas un par de semanas, desde el 18 de febrero hasta el 2 de marzo de 1932, fecha en que delegó el mando en el vicegobernador. Falleció el 29 de abril de ese mismo año.

Al año siguiente, el tramo de la avenida 24 de Septiembre, desde calle San Martín hacia el Este, fue bautizado con su nombre.

Donato Latella Frías Nació en Tucumán, el 22 de enero de 1894, en la misma época en que vio la luz la Unión Cívica Radical, el partido que abrazó desde su juventud. En 1920 completó la carrera de Abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba, donde además ejerció como profesor de Historia del Derecho. Se afincó en Córdoba; en 1928, fue funcionario de Hacienda durante el gobierno radical de José Antonio Ceballos. Más tarde presidió el comité Capital del radicalismo e integró el comité provincial. Alternó entonces con correligionarios del calibre de Benito Soria, Humberto Cabral, Gabriel Oddone y Arturo Illia, entre otros.

El 5 de diciembre de 1935, en reñidos comicios, resultó electo intendente de la ciudad de Córdoba, cargo que ejerció durante dos períodos consecutivos: el primero, entre 1936 y 1940, durante la recordada gobernación de Amadeo Sabattini, y, el segundo, entre 1940 y 1943, durante la de Santiago del Castillo, interrumpida por la Revolución de 1943.

Gobernó bajo el signo del progreso. Su gestión, entre otras obras, incluye la inauguración del museo Genaro Pérez, el inicio de la construcción del emblemático arco de Córdoba y el ensanche del viejo viaducto sobre la avenida Sáenz Peña que comunicaba con Alta Córdoba. Con la habilitación del primer pasaje -el Muñoz- que unía las calles San Martín y Rivera Indarte, el centro cordobés cobraba de a poco la apariencia mundana que lo caracterizó durante años. Instituyó la Semana de Córdoba para celebrar la fundación de la ciudad y promover el turismo invernal.

Una de las tragedias más recordadas de la época fue el desborde del arroyo La Cañada, en diciembre de 1939, que causó un efecto devastador arrasando todo a su paso y provocando la desaparición de los adoquines de madera que cubrían las calles céntricas. El episodio aceleró el inicio de las obras de sistematización concluidas años más tarde. Aquel mismo año se inauguró el nuevo edificio del Mercado Sud.

Después de dejar la intendencia, entre 1952 y 1955, Latella Frías fue diputado nacional por su partido. En tiempos de la Revolución Libertadora, se desempeñó como embajador en Arabia Saudita, Holanda y Egipto. Falleció en Córdoba en 1982, a la edad de 88 años.

Manuel Martín Federico Nacido en Pergamino (provincia de Buenos Aires) en 1912; de profesión constructor, calculista y dibujante; acompañó desde el nacimiento al movimiento fundado por Juan Domingo Perón. En 1946 fue electo diputado provincial por el Partido Laborista y reelecto en 1949, en los comicios que consagraron gobernador al brigadier Juan Ignacio San Martín.

El 31 de diciembre de 1951 asumió la intendencia de Córdoba, designado por el entonces gobernador Atilio Antinucci. Las dos primeras Ordenanzas enviadas a la Cámara de Diputados –que hacía las veces de Concejo Deliberante- fueron el Plan Estratégico para la Ciudad y la creación de una Comisión para la Conservación y Restauración del Centro Histórico. Fue artífice de la primera descentralización, que canalizó a través de los Centros Vecinales existentes.

En una ciudad que contaba con cerca de 400 mil habitantes y crecía al influjo de la industria, el Municipio atendió la demanda de los barrios que carecían de agua, electricidad y pavimento; en dos años se asfaltaron 700 cuadras. En el casco céntrico, modernos edificios reemplazaron vetustas construcciones de épocas pasadas.

Federico ordenó las alicaídas finanzas municipales y dio fuerte impulso a las obras viales: se ensancharon las avenidas Colón hacia el Oeste, Chacabuco, Maipú, el bulevar San Juan, las calles Buenos Aires y Duarte Quirós. Se remodeló la Plaza Colón y se refaccionaron el Hospital de Urgencias y la Asistencia Pública. El sistema de transporte, que incluía ómnibus y tranvías, fue reorganizado sobre la base de la empresa CATA, creada en 1949. Se oficializó el escudo de Córdoba, encomendado al historiador Carlos Luque Colombres.

La ejecución de la Ciudad Universitaria en ese mismo período sentó las bases de un nuevo desarrollo urbano en el sector sur de la ciudad. Durante su mandato se proyectó y licitó la construcción del Palacio 6 de Julio, inaugurado varios años más tarde.

Afectado por la crisis interna del peronismo, Federico renunció el 16 de noviembre de 1954. En los años subsiguientes, la proscripción que pesó sobre su partido le impidió volver a la vida pública. Falleció en Córdoba el 1º de septiembre de 1993, a la edad de 80 años. Un busto, ubicado a la vera del palacio municipal, lo recuerda.

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