Las autoridades municipales parecen empeñadas en llevar a cabo el megaproyecto del nudo vial de Plaza España. Una obra de alto impacto urbanístico y ambiental que, según el Municipio, costará 325 millones de pesos y demandará 9 meses de ejecución.
Está fuera de toda discusión la necesidad imperiosa de remediar el grave congestionamiento de tránsito que se produce en dicho lugar, dada la extensión —no planificada— de la mancha urbana hacia la zona sur y el consiguiente aumento de población y parque automotor. Las calles y avenidas que convergen en el lugar son las mismas de siempre y la demanda se multiplicó varias veces.
Lo que no está claro es si la solución planteada (el túnel) es la mejor. En este punto se divide la biblioteca. Parece ser que el argumento más sólido de quienes están a favor del proyecto es mantener la actual rotonda y su ornamentación. No parece ser suficiente: la plaza, como tal, fracasó, toda vez que es un espacio prácticamente inaccesible, y la obra del arquitecto Roca —cuyo valor simbólico y arquitectónico no se cuestiona en esta nota— podría trasladarse a otro sitio. De hecho, en Córdoba hay antecedentes al respecto: en 1970 se eliminaron las rotondas de las avenidas General Paz y Vélez Sarsfield para facilitar el tránsito y los dos monumentos existentes fueron relocalizados sin problemas.
Esto es, precisamente, lo que sostienen quienes plantean que sería mucho menos oneroso y más funcional suprimir la rotonda en lugar de excavar un túnel. Esas mismas voces alertan acerca de la insuficiencia de las previsiones en materia ambiental y de los estudios topográficos, geotécnicos e hidrológicos del proyecto.
Otro aspecto a dilucidar es si la intervención prevista que afecta al Parque sarmiento, siendo que este espacio fue declarado recientemente Monumento Histórico Nacional, sería viable. Tampoco se ha dado a conocer el plan vial de emergencia para resolver la circulación en el área mientras se ejecute la obra, que llevará alrededor de un año. Hoy ya es casi imposible transitar por el sector.
Aclaración necesaria: no estamos planteando el estatus quo —imposible de sostener—, sino requiriendo mayor consenso y previsiones más afinadas, tanto durante la ejecución, si es que sigue adelante, como una vez concluida la obra, para no correr el riesgo de adoptar una decisión bienintencionada pero no suficientemente madurada y sopesada en cuanto a su conveniencia, mérito y costo final.
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