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Nos tocarían 1200 dólares a cada uno

Con Martín Redrado fuera de escena y domesticada la autoridad monetaria, la cuestión de las reservas y su utilización con fines extra monetarios recobra el primer plano. Todo indica que, con alguna demora y repartiendo más de lo previsto, el gobierno podrá finalmente disponer de los ahorros de la abuela. Entretanto, el debate irá cobrando temperatura y volverán a escucharse las voces de quienes vienen diciendo que las reservas son de todos los argentinos y bien pueden usarse para otras cosas, y también la otra campana, la que alerta que aun cuando las reservas no son intocables, debemos fijarnos bien en qué aplicar cada dólar, cada onza de oro atesorada en el BCRA para no meter la pata y lamentarnos en el futuro.

El gobierno sostiene que una vez cubierta la masa monetaria, el excedente de las reservas  puede ser utilizado como si se tratase de fondos ordinarios, atribuyéndose ese rol para sí, minimizando a su vez las potestades de la autoridad monetaria. Es cierto que no tiene demasiado sentido tener reservas inmovilizadas por encima de las necesidades del país, esto es una vez cubierta la liquidez total del sistema convertida a la paridad vigente más un margen prudencial razonable. No sería bueno, en cambio, que ese excedente vaya a financiar el gasto corriente o se canalice hacia destinos de riesgo o de incierta recuperación, por más loables que sean, porque aun cedidas, las reservas siguen siendo de propiedad del BCRA, que debe responder por ellas y puede llegar a necesitarlas. Todos sabemos que el título que dejaría la Tesorería a cambio no tiene más valor que un simple vale de caja para cubrir las formas.

Tampoco es superfluo establecer antes de echarles mano, cuál es el verdadero nivel de reservas de libre disponibilidad, si se toman las reservas brutas o netas. Y otra vez caemos de cabeza en el jardín borgiano de los senderos que se bifurcan. El gobierno sostiene que debe considerarse el nivel de reservas nominales, sin practicar detracción alguna, mientras que otros creen que debe ser el neto resultante una vez deducidos ciertos pasivos del BCRA -como las LEBAC, NOBAC y operaciones de pases- contraídos para esterilizar los pesos emitidos para comprar los dólares que forman parte de las reservas brutas. Quienes hicieron las cuentas juran que el nivel neto de reservas es alrededor de la mitad del nominal, por lo que los cálculos oficiales estarían errados. ¿Qué importancia tiene este asunto tan complicado? Que las reservas están, en primer lugar, para una cosa fundamental: sostener el valor de la moneda. Es el agua con que cuenta el cuartel de bomberos del sistema –el BCRA- si se produce un incendio –corrida cambiaria- para sofocar el fuego. Sin pecar de agoreros, convengamos que no da lo mismo tener o no suficiente agua, especialmente en un país tan sensible a la inflación como el nuestro y tan proclive a cubrirse ante el menor atisbo de trepada del dólar. ¿O acaso no hemos visto con nuestros propios ojos las veredas colmadas de la calle Rivadavia ante el más leve rumor? Para mal o bien, la Argentina es una economía culturalmente más dolarizada que el resto de Latinoamérica, un dato a tener en cuenta. No hay ortodoxia ni sesgo neoliberal alguno en defender un criterio restrictivo en la utilización de las reservas, se trata apenas de poner una cuota de buen juicio para no cometer errores de los que luego no es posible echarse atrás.

Así las cosas, estaría bueno que el debate, en lugar de estar sobrecargado de estériles cruces verbales, prejuicios ideológicos y discusiones anacrónicas, resulte enriquecedor y se plantee alrededor de la mejor manera de atender los pagos externos, socorrer a las provincias y satisfacer la demanda social sin dejar al país en una posición vulnerable desde el punto de vista de su solvencia en un contexto inflacionario y de ausencia de financiamientos alternativos como el actual. Cuidemos las reservas, que son de todos los argentinos, como bien se dijo. Salvo que se prefiera la demagogia, en cuyo caso el camino más corto es repartirlas entre los 40 millones de habitantes. Nos tocarían 1200 dólares a cada uno.

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